Enunciados de questões e informações de concursos
Los propietarios de la libertad
Las palabras cumplen ciclos; las actitudes también. Sin embargo, cuando las palabras designan actitudes, los ciclos se vuelven más complejos. Cuando el hoy tan denostado Sartre puso la palabra compromiso sobre el tapete y hasta Mac Leish publicó un libro sobre la responsabilidad de los intelectuales, estas dos palabras, compromiso y responsabilidad, designaban actitudes que, sin ser gemelas, eran bastante afines. Salvo contadas excepciones, los intelectuales de entonces las hicieron suyas y, equivocados o no, dijeron sin eufemismos por qué empeño se la jugaban.
Los artistas y escritores comprometidos, ya fuera en vida y obra o sólo en vida, durante la primera mitad del siglo XX, no eran simples portadores de pancartas o voceros de consignas. Eran nada menos que Brecht, Picasso, Pavese, Wells, Neruda y tantos otros. ¿Por qué aquellos comprometidos tenían entonces tan buena prensa y los de hoy la tienen tan mala? El peligro sin máscaras era el fascismo y no otro era el enemigo común.
Los intelectuales latinoamericanos también comprendieron dónde estaba esta vez el enemigo. Sólo entonces empezó la mala prensa. Los grandes pontífices de la propaganda subrayaron una y otra vez la palabra libertad y denostaron el compromiso. Libertad no era librarse de Batista o de Somoza, sino mantener la prensa libre. Libertad es la emocionada comprobación de que la gran prensa norteamericana es capaz de descubrir que Lumumba o Allende fueron liquidados por la CIA, sin poner el acento en que eso no sirve para resucitarlos.
¿Y compromiso? Es la actitud que adoptan ciertos intelectuales, cuya carga ideológica perjudica notoriamente su arte. Después de todo, ¿cómo se atreven a frecuentar las provincias del espíritu, si es público y notorio que tales ámbitos son patrimonio exclusivo de los propietarios de la libertad?
BENEDETTI, Mario. La realidad y la palabra. Barcelona: Editorial Destino, 1991, p. 8 (adaptado).
De acordo com o texto, o autor afirma que