La leyenda de Prometeo
Según cuenta la leyenda griega, en un comienzo la Tierra estaba
poblada sólo por seres superiores. Zeus, el señor de todas las cosas,
creó entonces al hombre, formándolo de barro y otorgándole la posición
erecta para que pudiera contemplar el cielo, el sol, la luna y las
estrellas. Más tarde, los dioses ordenaron a Prometeo, uno de los
titanes, que distribuyera las diferentes habilidades y dones destinados a
él.
Los primeros hombres no conocían el fuego,
considerado el padre de las artes y de la civilización. Vivían de caza,
la recolección y una agricultura muy primitiva. Su vida se hacía muy
difícil por el frío, el sabor de las carnes crudas y la dureza de los
alimentos no ablandados por la cocción. Además, como no contaban con el
fuego para trabajar los metales, no podían fabricar armas ni
herramientas.
Zeus contemplaba cómo los hombres
desarrollaban sus talentos y, temiendo que alguna vez desafiaran su
autoridad, los privó de los beneficios del fuego, manteniéndolos como
niños inermes (sin defensas).
Sin embargo, Prometeo,
en su desmedido amor por los hombres, decidió ayudarlos. Así, protegido
por Atenea, subió secretamente al Olimpo donde se guardaba el ardiente
carro del Sol. Acercándose sigilosamente, encendió una antorcha; con
ella, prendió un palo y, esperando que las llamas se transformaran en
brasas, las ocultó en una caña hueca. Luego, descendió hasta las cuevas
donde los hombres intentaban infructuosamente protegerse del frío y les
entregó el maravilloso don.
Gracias a Prometeo, el
hombre hizo rápidos progresos: desde el simple acto de cocinar los
alimentos, modelar vasijas y platos, calentar sus viviendas en el frío
invierno, hasta cosas más complicadas como trabajar los metales para la
caza y la agricultura y utilizar el fuego en la celebración de los
sagrados ritos en los altares.
María Soledad Gonzalez y Teresa Fontaine Cox. Castellano 7, Santiago de Chile, Universitaria, 1995, p.3-4 (con adaptaciones).
En cuanto a su clasificación y a su empleo en el texto de arriba,
los verbos "subió" y "encendió" se encuentran en la misma persona y tiempo verbal que "hizo".